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El objeto de mis inspiraciones de hoy girará en torno a un único tema: El amor propio.
¿Por qué?
La respuesta es evidente. ¿Quién no quiere llevar una vida satisfactoria y feliz? Nadie. Y yo he decidido centrar mis esfuerzos en trabajar el tema del amor propio porque junto a la autoestima forman dos carreteras directas hacia la plenitud vital. Dos carreteras de las que, no podemos prescindir.
Una persona que se ama así misma con profundidad no conoce límites. Está llena de energía, paz y confianza en sí misma. Es una sensación maravillosa, pero lo mejor viene después. Ya que la luz que irradia su vida también pasa a iluminar la de los demás.
Para explicarte este concepto de forma que te sea más comprensible, deja que empiece al revés, esto es, señalando aquello que NO es amor propio:
En este sentido, la connotación-como ocurre en casi todos los conceptos- está “viciada” por las creencias sociales asentadas. Ya que se encuentra bastante extendida y aceptada la idea de que aquella persona que se cuida a sí misma, está siendo egoísta o incluso en ocasiones llegan a ser juzgados y etiquetados como narcisistas.
Pero como bien sabes, que una creencia sea compartida por muchas personas no la convierte en verdadera. De hecho amor propio significa todo lo contrario. Está reconocido en todas las tradiciones espirituales como la base para el amor al prójimo. Y esto último, de ninguna manera puede ir de la mano con el egoísmo o el narcisismo.
Así que, aquella persona que desee ocuparse o cuidar de otros, debe empezar a hacerlo consigo mismo. Debe conocer el arte de auto-proporcionarse el aire y la energía que necesita para después compartirla con los demás. Y es ahí cuando, desde un estado de fuerza, cariño y paz interna esa persona puede obrar el cambio en los demás.
El amor propio es la misma raíz del amor al prójimo. Ya que el verdadero amor a los demás es proporcional al amor que sientes por ti mismo. Si derrochas amor por ti, derrocharás amor hacia el mundo. Dicho de otra forma: resulta inconcebible que aquel que carece de amor propio, pueda a largo plazo dar amor verdadero a los demás.
Otro de los rasgos que caracterizan a las personas que se quieren y aprecian a sí mismas es sin duda su amplia generosidad. Y la raíz de este valor se hunde en la amplia capacidad que tienen de en compartirse con los demás dejando a un lado su propio protagonismo y a través de una actitud empática, cálida y calmada que, solo esta clase de personas puede proporcionar.
Si usamos el sentido común una persona que se abre a los demás, haciéndoles partícipes de su felicidad y sin pedir nada a cambio de ninguna manera podría considerarse como egoísta. Nada más lejos de la realidad. Se trata de altruismo puro. Y sin embargo, en cada esquina nos encontramos con esa creencia irracional que enmascara la realidad de las cosas. Por eso mi tarea consiste en invitarte a soltar esta connotación negativa y simplista que se tiene sobre el amor propio.
Todo tiene un efecto espejo en la naturaleza. Y no es distinto con las personas que se aman incondicionalmente. Pues solo éstas son capaces de amar a los demás con la misma incondicionalidad con la que se obsequian así mismas día tras día.
¿En cuánto a mí? Precisamente estoy escribiéndote sobre este tema porque yo misma desde mi experiencia he vivido (y sigo viviéndolo) este revelador camino. Y puedo afirmar que mis mejores tiempos siempre han sido momentos en los que he estado llena de amor. No hay espacio para los juicios. No hay dudas. No hay miedo. Con esa plenitud solo queda lugar para compartir toda mi alegría y entusiasmo por vivir con todas y cada una de las personas que me rodean.
Y este es el gran secreto que te conduce indirectamente al amor y la paz con los demás. Ya que es un reflejo de tu estilo de vida. Y es que, cuando uno se siente divinamente bien consigo mismo lo único que desea es compartir esa luz interior con los demás. Lo haces sin pedir nada a cambio, porque al saber tratarte a ti mismo no te falta nada. DAS sin pedir, porque te llena y porque enriquece el mundo.
Muchas veces nos perdemos en la fatigosa lucha de intentar hacer que nuestros días sean maravillosos a través de cambiar cosas externas, cuando lo único que tenemos que hacer es amar. No hay nada que cambiar, nada que conseguir. Y es en este espacio creado donde se deposita la felicidad auténtica.
Es un estado de “SER”. SER UNO MISMO Y SER CON LOS DEMÁS.
Un estado cuya búsqueda es común a cada ser vivo que habita en esta tierra.
Y ESTE ESTADO MÁGICO INICIA CON UNA SOLA COSA: APRENDER A QUERERTE A TI MISMO.
¿Entiendes ahora por qué he decidido que mis artículos se centren en el amor propio? Pues bien, no solo ocupa el centro en mis escritos, sino también- y más importante- supone el punto de partida en todas y cada una de mis actividades. Todas se basan en esa única, poderosa y reveladora magia.
Sin duda sería muy cómodo vivir esa transformación mediante la sola lectura del texto. Pero entonces el premio no sería tan valioso. Todo lo que merece la pena en esta vida requiere también dedicación. Por eso te invito libremente a que acudas a mi próxima charla gratuita donde podrás conocer las técnicas que llevan a este camino. Las caras de felicidad y gratitud con las que salen mis alumnos de clase son el motor y la motivación que hacen que desde que me levanto hasta que me acuesto tú bienestar sea mi prioridad

Con mis mejores deseos,
Silvia

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